No es un blog de recetas

Este no es, ni pretende ser, un Blog de recetas. Sino una lista de esfuerzos por recrear las virtudes de mi abuela para cocinar y una excusa para hablar sobre ella.

lunes, 18 de abril de 2011

Estoy entrenando


Podría parecer que he abandonado completamente mi tarea de cocinar y contarlo en el blog como si fuera gran cosa, pero no. He estado entrenando.

Me tuve que comprar una máquina para hacer pan. Sí "me tuve" que comprar. La anécdota no viene al caso, lo que importa es que no he dejado de cocinar sino que estuve incursionando en nuevas tecnologías, inexistentes cuando Doña Petrona y Doña Laura cocinaban. La gran fantasía es poder adaptar alguna receta del Libro para hacer en la máquina, pero para eso falta, falta mucho. Tal vez un año.

También me compré un tamiz para la harina. Me parece que es un objeto hermoso.


jueves, 14 de abril de 2011

Tela de vaca

Cuándo creo que me decidí por las albóndigas y que sólo debo hacer las compras de lo necesario para prepararlas, noto que hay un ingrediente que no sé dónde puedo conseguirlo. Ni google sabe responderme qué es la "Tela de Vaca".

miércoles, 13 de abril de 2011

No me decido

Qué poco glamour que tiene este blog. Será porque lo que sucede transcurre en Mar del Plata en vez de en Nueva York? Será por que la protagonista de la película sabía cocinar y escribir y yo ninguna de las dos cosas?

Encima todavía no sé qué voy a cocinar mañana.

2/300 Milanesas y puré duquesa

Iba a empezar cocinando unos huevos mollet, pero sería una falta total de respeto hacer una guarnición sin un principal. Doña Laura se merece mucho más esfuerzo. Pero tampoco tanto que me empuje al fracaso. Las milanesas son un plato que preparaba mi abuela habitualmente y las hacía fuera de serie, además alguna vez las preparé, con lo cual me sentía confiada en que podría tener bastante éxito o, al menos, cocinar algo que no sea incomible. El puré fue elegido no sólo por ser fácil, sino porque de esta forma completo unos de los platos preferidos por mi marido.

Empiezo por el final: la preparación estuvo “aceptable”.

Al puré le faltaba sal, manteca, pimienta, nuez moscada, en fin, tenía el suficiente gusto a papa.

A las milanesas se me ocurrió pasarlas por agua hirviendo apenas salidas de la sartén, así lo hacía mi abuela, son mucho más sanas y quedan sin nada de aceite, pero perdieron toda su crocantez. Además para mi marido quedaron demasiado finas: “¿para qué las comprás gruesas si después las vas a aplastar así?”. Me parece que poner sólo un diente de ajo resultó poco porque no se sentía para nada el gusto. Otro error fue no haber elegido un pan rallado diferente, usé el que estaba en casa y creo que absorbe mucho aceite, tal vez era para horno, no lo sé, el aceite terminó absolutamente inutilizable.

Veredicto: estaba comible, pero para nada parecía una preparación de una “ama de casa moderna”.

Según mi marido perdí demasiado tiempo sacándole la grasa, los nervios y aplastando la carne. Que el kg. de carne tiene que ir directamente al huevo y ya. A mí la milanesa con grasa no me gusta, así que me parece un paso muy necesario. No es Doña Petrona quien lo dice en su libro, era Doña Laura la que lo hacía.



No le saqué fotos, pero agradezco especialmente al utensilio para aplastar el ajo por evitarme haber tenido que pelarlo y padecer el olor durante días.




El libro dice “pasarlas por huevo” mucho mejor así, como lo hacía mi abuela:

El kg. de milanesas adentro del bol con los huevos. Además evitás un recipiente adicional sobre la mesada (uno para la carne, otro para el huevo, otro para el pan, otro para las milanesas).




El último error de la noche: pasarlas por agua hirviendo.





Ahora, ha elegir la próxima receta.

lunes, 11 de abril de 2011

Siempre se comía con mantel

Aún siendo una familia pobre, en la casa de mis abuelos siempre se comió con mantel, nunca faltaba la alcuza en la mesa y había como mínimo, tres platos. No entendía por qué mi abuela hacía tantos esfuerzos para cuidar ese juego de cubiertos de Gamuza que no recuerdo haber usado nunca y que ni siquiera nos dejara sacar las cucharitas de todos los días para hacer de palita cuando jugábamos con barro. Habiendo tenido restaurante, había cientos de cubiertos en su casa, pero ella cuidaba cada uno como si no tuviera otro.

Entonces leo sobre ese ama de casa de los años 30 que describe Doña Petrona: tiene mucamos y los viste del mismo tono que la decoración, cómo si fuesen una silla; sirve la mesa con la rigurosidad de la etiqueta y tiene al menos cuatro tipos de copas. Lo que le pasó a mi abuela fue que, entendiendo con humildad las diferencias entre esa mujer de sociedad que cocinaba en el libro y ella misma, la definición de una "buena ama de casa" la obligaba a cuidar ciertos detalles. Por eso en su casa siempre se comía con mantel.

"Toda ama de casa moderna"

Además de ser un libro de recetas de cocina, el Auténtico Libro de Doña Petrona, es un libro de historia. Las primeras páginas redundan en consejos a las "jóvenes amas de casa modernas": cómo poner la mesa, cómo lavar los manteles y hasta cómo ordenar "los quehaceres" del hogar.

Me río pensando que en mi casa ni siquiera tengo copas, mucho menos cubiertos de plata o candelabros, que compramos una vianda ya preparada y que sólo se cocina para mi hija que aún no cumple 2 años. Nunca desayunamos los tres juntos y cuando vienen amigos a cenar, si somos más de 5 no tenemos lugar en la única mesa de la casa.

Sin dudas, no soy una "ama de casa moderna" de las que describe Doña Petrona.

Me compré el libro


Es cierto que mi abuela tenía su libro de Doña Petrona, forrado con hule verde en un estante del modular de la cocina, pero mi hermano está convencido de que ella se lo legó y él se lo legó a alguien más y el libro original desapareció de nuestra familia.
Hoy, camino a casa desde el centro, pasé por una librería y por alguna razón se me ocurrió comprar el libro en su edición 101, de tapa blanda y con
la falta de esos recortes de otras recetas que mi abuela guardaba entre las páginas.