Me muero de ganas de hacer empanaditas dulces para que mi hija lleve al jardín y coma con sus compañeritos de escuela. Me imagino que las hago de copetín rellenas de dulce de batata, las pinto con huevo y azúcar y las pincho con escarbadientes que llevan pegados dibujitos alusivos: una dama antigua, un cabildo tapado por paraguas.
Me muero de ganas, pero me persigue la idea de que soy una madre muy nerd. Para decirlo con menos onda: si lo hago, me convierto en una madre muy pelotuda. Aún así me siguen dando ganas.
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